Eneagrama Sufi

Quien soy yo? …… a la luz del Eneagrama

Esta es la pregunta trascendental que debemos hacernos en el camino al conocimiento de nosotros mismos. Para poder conectar con la respuesta verdadera de quienes somos realmente, primero debemos conocer la mascara que oculta nuestro Ser Real.

Esta mascara es un laberinto de falsas imágenes y creencias sobre nosotros mismos. Hasta que no hayamos conocido esta mascara, no podremos entrar en contacto con nuestra Identidad, nuestra Realidad, con el significado de nuestro Ser.

En espiritualidad hablamos acerca de la dualidad: esencia – personalidad, o espíritu – ego. Ahora debemos entender los diferentes orígenes de esto, ya que nuestro ego pertenece a la tierra y nuestro espíritu a los cielos. Todo ser humano es por origen un ser espiritual viviendo en este mundo físico. Si nuestra identidad es anterior a todo cuanto conocemos, entonces nada sabemos acerca de lo real en nosotros. Nuestro conocimiento no se remonta más allá del alcance de la memoria. Entendiendo esto podemos vislumbrar la fragilidad de nuestra posición. Lo que creemos ser, es una ilusión y lo que somos, lo desconocemos.

Nuestra mente es ajena a nosotros, nuestros pensamientos no son nuestros y lo que es realmente nuestro esta esperando por ser.

Ya de muy niños perdimos contacto con nuestro Ser Real. Nuestros sentidos, todos orientados al exterior, nos hicieron olvidar de lo interior. Así creció nuestro ego, alejándonos de nosotros mismos y basado en una mente que no nos pertenece. El olvido creció junto con nosotros, olvido de quienes somos, de donde venimos, y de hacia donde vamos.

El olvido de sí (punto 9) nos condujo al engaño (punto 3). Cuando perdimos el contacto con lo real en nosotros, una falsa identidad se hizo lugar. Al no encontrar nuestro ser, aprendimos a parecer, a imitar ser. Nos llenamos de imágenes, y luego el miedo (punto 6) aparecio. Miedo a reconocer nuestro engaño, a reconocernos vacíos, a perder aquello que creemos tener, porque aunque no encontremos nada de valor allí, seguimos aferrándonos. Aferrándonos a nuestros sufrimientos, miserias e insatisfacciones cotidianas.

El eneagrama es un antiguo símbolo dado a conocer desde el sufismo. Esta formado por la integración de tres leyes sagradas universales, la ley de la unidad, la ley de tres o ley de creación y la ley de siete o ley de orden de manifestación. George I. Gurdjieff quien recibiera de Maulana Abdullahi ad Daghistani, maestro de la Orden Sufi Naqshbandi, el conocimiento de los nueve puntos, fue el primero en introducir este saber en el occidente. El habló acerca de la aplicación de este símbolo diciendo que podía ser utilizado para la comprensión del cosmos, ya que estas dos leyes rigen el funcionamiento de todo cosmos. El hombre es un cosmos en si mismo, un universo dentro de otro universo. Estas leyes rigen un cosmos en nosotros.

Por eso Maulana Jalaluddin Rumi, un maestro sufí, dijo, “desnúdate y ven… nos invita a dejar atrás nuestras ideas, prejuicios, hábitos de la mente y del cuerpo. Desnudarnos de aquello que no somos, ya que solo podemos despojarnos de aquello que no nos pertenece. Por eso para saber quienes somos primero debemos saber quienes no somos.

El eneagrama nos muestra que hay solo 9 tipos básicos de egos, 9 prisiones para el hombre de acuerdo a 9 distorsiones básicas del funcionamiento emotivo y mental. Estas son las pasiones y fijaciones respectivamente. Estas surgieron como una respuesta compensatoria frente a la pérdida de conexión con una energía superior. Esta “energia neutralizante” venida de lo Alto, que fue llamada Idea Santa, solo puede ser alcanzada mediante el despertar de nuestra conciencia.

Al habernos desconectado del Amor, nos tomó la desesperanza, la soledad profunda de quien no se encuentra a si mismo. Nuestro ser clama por volver… y una añoranza eterna tapiza cada una de nuestras respiraciones. Añoranza por volver al Amor, añoranza de sentirse Uno…más allá del todo y de todo.